domingo, 2 de octubre de 2016

“¡Esto sí es balígrafo”!



Quién me iba a decir que escucharía esta palabra con intervalo  de más de 40 años y con una significación totalmente distinta cada vez.
En 1975,  después de dada la voz de silencio y con los estudiantes descansando nos reuníamos un grupo de profesores bayameses en una de las escuelas en el campo asentadas en Cauto Cristo y ahí  establecíamos unas tertulias interminables.
Éramos jóvenes acostumbrados a las trasnochaderas de los veinteañeros. En una ocasión nos dio por evocar los sargentos instructores del servicio militar.

Uno de ellos, guantanamero, era muy estricto con la disciplina, pero su deficiente instrucción lo hacía cometer errores que nos divertían tras los cuentos reseñados con gracia por nuestro amigo Carlos.
“En cierta ocasión un soldado se presentó en la formación con una cuchara dentro de uno de los bolsillos superiores, el militar -intermedio entre las clases  de tropas y la oficialidad- le espetó un poco entre dientes como hablaba: ´Sáquese esa cuchara de ahí que eso no es balígrafo´,”.
De más está decir que una carcajada unánime acogió sus palabras lo que costó varios reportes y cada vez que se lo escuchábamos decir a nuestro amigo Carlos Enrique volvíamos a soltar la risotada.
Aquel sargento sin saberlo dio un salto premonitorio en el tiempo y también sin saberlo fue una especie de visionario con respecto a la firma de los acuerdos de paz en Cartagena, Colombia rubricada precisamente con un balígrafo, especial  acrónimo entre bala y bolígrafo.
El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos y el líder de la guerrilla 'Timochenko' han firmado con un balígrafo del calibre 50 el Acuerdo de paz que pone fin  a más de 50 años de conflicto".
Se trata de un casquillo vacío con un punto esferográfico que esperamos que dispare acciones efectivas para la paz, según reza  la leyenda escrita a su costado: “Las balas escribieron nuestro pasado. La educación, nuestro futuro”.






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