domingo, 2 de abril de 2017

Pudo más la solidaridad…

 Un cortocircuito y  posterior incendio le cambiaron la vida a Lourdes Medina Ricardo el 28 de marzo último,  para mal y para bien, valga este contrasentido, pues perdió todas sus pertenencias pero pudo comprobar en carne propia el  beneficio de los valores humanos.
Esta profesora del preuniversitario Julio Antonio Mella de Bayamo, salió como cada mañana a preparar a sus alumnos de duodécimo grado para las pruebas de ingreso  a la Educación Superior que ya están a la vuelta de la esquina.
En casa todos trabajan o estudian… un telefonazo sacó a Lourdes  de la recapitulación acerca de diversos aspectos de Literatura y  Español que intercambiaba con sus alumnos a modo de comprobación.
-¡Ven  urgente: ha pasado algo malo, pero no hay nadie herido!- informó una de sus hermanas.
“Vine sumamente emocionada -rememora Lourdes- un alumno me trajo en la parrilla de su bicicleta, pero los  chicos de  mis dos grupos y todos los de “doce”  grado pedalearon desde el pre para acá y algunos llegaron antes que yo, después llegaron estudiantes y profesores de la escuela, el pueblo entero estaba en la calle, ahí llegó una ambulancia para atender a mi hermano  Andrés que tuvo un bajón de presión y a mí  me atendieron y medicaron, recibí ayuda de la psicopedagoga del seminternado de Ahmed, mi  niño  (Carlos Manuel de Céspedes) y después de  una psicóloga que vive en la esquina.

“Cuando  los estudiantes vieron los destrozos comenzaron a limpiar para que mi hijo de ocho años no viera el desastre, como respondieron a un impulso no se dieron cuenta, o no sabían,  que se necesita un examen  pericial cuando un hecho así ocurre y yo estaba tan desesperada  que ni cuenta me di de tan importante detalle.
“Lo limpiaron todo ¡el niño y yo nos quedamos sin nada! (solloza): cama canastillero, cocina, vajilla, muebles documentos importantes documentos importantes
… Porque todo lo teníamos  ahí… yo hice un apartamentico en el último cuarto,  quedaron solo trocitos de madera humeante, el sábado anterior había pintado y mi hijo estaba tan feliz con lo hermoso de su casita que decía que parecía de gente rica…
Lourdes habla  entrecortadamente con voz enronquecida por los azarosos acontecimientos: “Enseguida comenzaron a llegar mis vecinos, mis compañeros de trabajo, las organizaciones de masas en el barrio y el municipio, la dirección de Educación,  representantes del Poder Popular del municipio y la provincia  con una frase llena de hondura y cariño: ¡´Aquí estoy,  ¿qué hace falta?...´
Nuestra charla queda interrumpida por un vecino, (mi pariente Mario Rodríguez que viene a avisar de una llamada del exterior) a cada rato llega alguien, entre ellos  la pareja de los pintores Sulliet y  Amaury … quienes  vienen con una cama y bastidor y recaban ayuda para buscar un colchón…
Creo que los daños hubieran sido mayores si a una de mis hermanas, licenciada en Estomatología que iba parta el barrio de Caureje no se le queda un documento y regresa a recogerlo  ¡cuando se topa el fenómeno… el calor no la deja pasar de la sala… las llamas eran tan altas que desde  la tapia vecina nadie puede saltar, aquello fue terrible, me cuentan…!
Mis hermanas buscaron a Ahmed a la Academia de ajedrez y lo prepararon por el camino, pero al verlo todo destruido la impresión fue grande, pero no le dio ni tiempo a estresarse,  porque  los niños del barrio vinieron enseguida a traerle juguetes (se parecen a los que él tenía), la compañera del bloque de la Federación  de Mujeres cubanas Graciela Guillén Brull le trajo hasta un dado de Rubik que guardaba para cuando tuviera nietos… todas las delegaciones del bloque han pasado por aquí para ayudar…
Solo al día siguiente el niño me dijo: “Mamá, dime como pasé eso y entonces le detallé todo…”  
Lourdes  exhibía una  sobria elegancia hogareña, con ropa a la medida y dice:  “Con amigos  y compañeros así, se curan un poco las desdichas: mis alumnas y sus padres volvieron a vestirme”.
Está desolada,  pero tiene una decisión: “El lunes voy a reincorporarme porque mis alumnos me necesitan,  las pruebas de ingreso no esperan…”
El cortocircuito y el incendio laceraron su corazón, pero la solidaridad pudo más y esta mujer con su hijo se levantan nuevamente a golpes de coraje y de valores humanos…


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