domingo, 8 de octubre de 2017

La venerable caña de azúcar en Angola

Cuentan colaboradores  internacionalistas  que quien visite la Ciudad  de Huambo (600 kilómetros al sudeste de Luanda) o quizás  cualquiera otra urbe del país angoleño   notarán un ornamento inusitado: plantones de caña  diseminados por doquier.
La casa puede   ser modesta u opulenta, pero en un extremo de su jardín  o patio  el visitante podrá apreciar uno o varios plantones de la gramínea, sí de la exquisita caña de azúcar.

Indagar a los cuatro vientos traerá  la respuesta invariable: “Durante la guerra o en las más crudas hambrunas, la caña nos alivió  el hambre  consumiéndola sola o endulzando con ella los precarios  alimentos que podíamos acopiar… es nuestra salvadora, por eso la veneramos, la homenajeamos de este  modo: la tenemos como una reliquia”.
Los soldados cubanos que viajaban en tren desde Luanda hasta sitios lejanos hacia el Sur desde su propia llegada a la tierra de Agostinho Neto no se atrevían a probarla aquellos tallos finitos que los lugareños comían y chupaban con fruición.
A todos los cubanos le admiraba  que o la comían directamente del tallo o la exprimían  retorciéndola para sacar el guarapo; allí nunca vieron  una guarapera  y ni siquiera los chivos o cunyayes  esas masas de  rotación inversa que todavía pueblas los caminos cañeros o las vías ferroviarias cubanas.

Conocido es el interés de técnicos cubanos,  por viabilizar la exportación de guaraperas  como s e ha hecho por la Planta 26 de Julio hacia países caribeños pero todavía no se conoce que la idea haya fructificado, sería muy bueno porque además de reverenciarla los angoleños podrían disfrutar mejor de la Saccharum officinarum, su nombre científico

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